viernes, 29 de agosto de 2014

La espiral del deseo...al laberinto





LA ESPIRAL DEL DESEO…AL LABERINTO                                                                            25/9/2013







Sentada en la parada del autobús rodeada de filtros de cigarros y un olor a caca de perro asquerosa. Pienso en mis raíces con el norte de África, las bandadas de pájaros me dicen que son etéreas, ancestrales, me ayudan a existir…
Me llamo Almitra, soy una “seeress”, desciendo del  “Profeta” de Gibran.
Fuiste tú el autor de este relato quien eligió mi nombre, gracias.





                                    

Yo, F. Cohen viajo al sur para revivir a los protagonistas de tu historia querida  Almitra.
Hace años tu abuelo se quitó la vida de un tiro en la sien delante de la gran mezquita en un pequeño pueblo cerca de Tánger.

Neville se levantó sobresaltado, con cara de dormido salió apresurado del dormitorio y sin que nadie le viera se pasó por la cocina, cogió un trozo de pan  y una onza de chocolate y corrió a la calle. Los puestos ya estaban abiertos, señoras caminaban sin prisa al mercado cubierto, y él rápido, como un pequeño gazapo se escabulló entre el gentío.
Primer viernes de las vacaciones de verano, no quería llegar tarde.
Justo cuando se sentó en un poyete en frente de la mezquita nueva de Arcila el almuédano empezó a salmodiar la llamada a la oración, hombres vestidos de perfecto blanco iban entrando, unos se paraban en la puerta a saludar, otros llegaban cogidos de la mano… las mujeres en grupos entraban por otra puerta.
Neville disfrutaba de este desfile, ya distinguía por el tipo de turbante entre árabes, bereberes...conocía los gestos y maneras eran muchas las ocasiones en que los viernes venía a contemplarlos.
Al principio sus padres se lo tomaron como un capricho de niño chico, pero desde que había pedido una chilaba blanca por su cumpleaños en vez de una bicicleta, se habían empezado a preocupar seriamente de la fascinación con que su hijo mayor hablaba de los moros.
Estaba ensimismado en los pequeños detalles, babuchas, rostros, saludos....cuando un alboroto llamó su atención, un hombre mayor diferente a los demás, gritaba palabras que no llegó a comprender,  cuando una llamarada cubrió todo su cuerpo, gritos, carreras, humo, gentes que salen del interior de la mezquita con alfombras para apagar las llamas. Neville, curioso se levanta, entre el mar de blancas chilabas se hace un hueco, el anciano venerable de larga barba yace tumbado, solo la cabeza se le ve, unos ojos sin cejas ni pestañas, rodeados de una cara al rojo vivo le miran fijamente,  espantado no puede dejar de mirar en el centro de unas pupilas opacas que exhalan un último brillo.
Un adulto lo quita de en medio de un empellón, nunca durante el resto de su vida olvidará esa mirada.”      Neville W.
Tu abuela melómana empedernida  cerró la caja de su flauta travesera cuando tu abuelo dejó este mundo y emigró a París.
Almitra tienes nombre de pájaro, llevas meses volando, ¿Qué es lo que buscas?



No lo sé F. quizás el alma y el porqué de nuestra existencia efímera. Mi abuelo se llevó un secreto a la tumba que me gustaría conocer. Que le arrastró ese viernes de oración a la puerta de esa mezquita…desamor o sangre.
De acuerdo viajemos al pasado mí querida Almitra…
Camino por autovías  emprendo el  vuelo, gracias F. por inventarme, quiero confesarte que cada vez que dejo la tierra y salgo del laberinto me siento personaje de teatro  en el siguiente acto.
Coge el metro… ese animal metálico con puertas automáticas donde seres viajan de un lugar a otro dormidos e hipnotizados… En los Nuevos Ministerios toma la línea 8 que te llevará al aeropuerto. Eres un pájaro humano necesitas alas de metal para volar.
En la espiral de la vida, Almitra para no morir atrapa el tiempo.
Perdida en el laberinto se reinventa cada día. Aprende a leer en los mensajes.

Todos llevamos dentro un “guerrero”  que nos ayuda a pelear cada minuto de nuestra existencia.                                                                                                                                                                
¿Piensa por qué tu abuelo Salomón perdió su guerrero? ¿Qué nos induce a la vida?                         ¿Por qué nos suicidamos?                                                                                                                                                                                     Desciendo de una familia judía como Almitra, viajo con ella para encontrar los porqués que llevaron a su abuelo al suicidio.
    
 Hola soy Almitra, me gusta viajar, elevar  mi alma de Al batro. Vivo rodeada de montañas parece que respiro mejor. A veces me falta otro tipo de oxigeno, del anonimato que se encuentra concentrado en las grandes ciudades y en los pasillos eléctricos de aeropuertos. Necesito escuchar idiomas que no entiendo para sentirme viva, pisar calles no pisadas.                                                                                 Sentada en una mesa… espero la llamada de otro Al batro.
Mis abuelos llegaron a África buscando la libertad…No ha sido por casualidad que ayer dentro de un diario, encontrara fotos de mis antepasados.         Y un sobre a nombre de Anna Laukkamen con un escrito a lápiz.                                                                                                                 “A Dios oremos…en estas noches vacías.   


              
Este adiós hundido en mi corazón es para ti Ventura…                                                                  Adiós…Ventura                                                                                                                                                         También había una receta de crema de limón. Firmado por Anna Laukkamen contenía un corazón “Ich liebe dich” te quiero en alemán.

¿Quién era Anna?

El sobre llevaba en el remite un sello de la Facultad de Derecho de Madrid.

La receta tenía una falta de ortografía que deja adivinar que era una niña quien escribe “ervir”sin h.                                                                      
 Un hombre, una mujer y una niña podría ser una familia…




 



Estoy en Tánger, he aterrizado como un pato, parece que fue ayer…Hace un día caluroso, el viento mueve las palmeras y mi corazón late de alegría. Quiero saber quién soy, me dejo empapar por mis orígenes. Salgo, me mimetizo, existo, soy  Almitra, he llegado a mi destino, para preguntarle ¿Porqué?
Me contaste hace tiempo que Neville vino a Tánger a encontrarse con Reina, como de costumbre cogieron la misma habitación, dónde se ven los tejados verdes de la Mezquita…

“...en la puerta del cinema Rif de Tánger
llevaba una camisa roja granate
“Mamora” fue nuestro nido de amor
la medina nuestro jardín
los balcones nuestros teatros
la Alcazaba nuestros deseos
el mar como balsa entre nuestros cuerpos
las dos orillas tan anheladas desde siempre
el blanco y el negro
encuentros y desencuentros 
continentes que quieren estar juntos


la Pan gea del mundo
el amor es una espiral movida por las olas de mar
Tánger testigo eterno...”

Almitra se recompone oyendo las olas y los grillos en la antigua medina. En este pequeño pueblo de calles blancas encaladas y puertas azules de arcos ovalados, llegaron sus abuelos después de la diáspora por tierras lejanas del Norte.
Reina su madre nació aquí.
Pertenecían al gremio de antiguos joyeros,  pero decidieron abrir un restaurante para dar de comer a los hambrientos… Querían vivir sin  miedo, se instalaron en casa de una prima.

Casa del abuelo Salomon