LA
ESPIRAL DEL DESEO…AL LABERINTO
25/9/2013
Sentada
en la parada del autobús rodeada de filtros de cigarros y un olor a caca de
perro asquerosa. Pienso en mis raíces con el norte de África, las bandadas de
pájaros me dicen que son etéreas, ancestrales, me ayudan a existir…
Me
llamo Almitra, soy una “seeress”, desciendo del
“Profeta” de Gibran.
Fuiste
tú el autor de este relato quien eligió mi nombre, gracias.
Yo,
F. Cohen viajo al sur para revivir a los protagonistas de tu historia
querida Almitra.
Hace años tu abuelo se quitó la vida de un tiro en la
sien delante de la gran mezquita en un pequeño pueblo cerca de Tánger.
“Neville se levantó sobresaltado, con cara
de dormido salió apresurado del dormitorio y sin que nadie le viera se pasó por
la cocina, cogió un trozo de pan y una onza de chocolate y corrió a
la calle. Los puestos ya estaban abiertos, señoras caminaban sin prisa al
mercado cubierto, y él rápido, como un pequeño gazapo se escabulló entre el
gentío.
Primer
viernes de las vacaciones de verano, no quería llegar tarde.
Justo cuando
se sentó en un poyete en frente de la mezquita nueva de Arcila el almuédano
empezó a salmodiar la llamada a la oración, hombres vestidos de perfecto blanco
iban entrando, unos se paraban en la puerta a saludar, otros llegaban cogidos
de la mano… las mujeres en grupos entraban por otra puerta.
Neville
disfrutaba de este desfile, ya distinguía por el tipo de turbante entre árabes,
bereberes...conocía los gestos y maneras eran muchas las ocasiones en que los
viernes venía a contemplarlos.
Al principio
sus padres se lo tomaron como un capricho de niño chico, pero desde que había
pedido una chilaba blanca por su cumpleaños en vez de una bicicleta, se habían
empezado a preocupar seriamente de la fascinación con que su hijo mayor hablaba
de los moros.
Estaba
ensimismado en los pequeños detalles, babuchas, rostros, saludos....cuando un
alboroto llamó su atención, un hombre mayor diferente a los demás, gritaba
palabras que no llegó a comprender, cuando una llamarada cubrió todo su
cuerpo, gritos, carreras, humo, gentes que salen del interior de
la mezquita con alfombras para apagar las llamas. Neville, curioso se
levanta, entre el mar de blancas chilabas se hace un hueco, el anciano
venerable de larga barba yace tumbado, solo la cabeza se le ve, unos ojos sin
cejas ni pestañas, rodeados de una cara al rojo vivo le miran fijamente, espantado no puede dejar de mirar en el
centro de unas pupilas opacas que exhalan un último brillo.
Un adulto lo quita de en medio de un
empellón, nunca durante el resto de su vida olvidará esa mirada.” Neville W.
Tu abuela melómana empedernida cerró la caja de su flauta travesera cuando
tu abuelo dejó este mundo y emigró a París.
Almitra tienes nombre de pájaro, llevas meses volando,
¿Qué es lo que buscas?
No lo sé F. quizás el alma y el porqué de nuestra
existencia efímera. Mi abuelo se llevó un secreto a la tumba que me gustaría
conocer. Que le arrastró ese viernes de oración a la puerta de esa
mezquita…desamor o sangre.
De acuerdo viajemos al pasado mí querida Almitra…
Camino por autovías
emprendo el vuelo, gracias F. por
inventarme, quiero confesarte que cada vez que dejo la tierra y salgo del
laberinto me siento personaje de teatro
en el siguiente acto.
Coge el metro… ese animal metálico con puertas
automáticas donde seres viajan de un lugar a otro dormidos e hipnotizados… En
los Nuevos Ministerios toma la línea 8 que te llevará al aeropuerto. Eres un
pájaro humano necesitas alas de metal para volar.
En la espiral de la vida, Almitra
para no morir atrapa el tiempo.
Perdida en el laberinto se reinventa
cada día. Aprende a leer en los mensajes.
Todos llevamos dentro un
“guerrero” que nos ayuda a pelear cada
minuto de nuestra existencia.
¿Piensa por qué tu abuelo Salomón perdió su guerrero?
¿Qué nos induce a la vida? ¿Por qué nos suicidamos?
Desciendo
de una familia judía como Almitra, viajo con ella para encontrar los porqués
que llevaron a su abuelo al suicidio.
Hola soy
Almitra, me gusta viajar, elevar mi alma
de Al batro. Vivo rodeada de montañas parece que respiro mejor. A veces me
falta otro tipo de oxigeno, del anonimato que se encuentra concentrado en las
grandes ciudades y en los pasillos eléctricos de aeropuertos. Necesito escuchar
idiomas que no entiendo para sentirme viva, pisar calles no pisadas. Sentada
en una mesa… espero la llamada de otro Al batro.
Mis abuelos llegaron a África buscando la libertad…No ha sido por casualidad que ayer dentro de un
diario, encontrara fotos de mis antepasados. Y un sobre a nombre de Anna Laukkamen con un
escrito a lápiz.
“A
Dios oremos…en estas noches vacías.
Este adiós hundido en mi corazón es para ti
Ventura… Adiós…Ventura”
También había una receta de crema de limón.
Firmado por Anna Laukkamen contenía un corazón “Ich liebe dich” te quiero en
alemán.
¿Quién era Anna?
El sobre llevaba en el remite un sello de la Facultad
de Derecho de Madrid.
La receta tenía una falta de ortografía que deja
adivinar que era una niña quien escribe “ervir”sin h.
Un hombre, una
mujer y una niña podría ser una familia…
Estoy en Tánger, he aterrizado como un pato, parece
que fue ayer…Hace un día caluroso, el viento mueve las palmeras y mi corazón
late de alegría. Quiero saber quién soy, me dejo empapar por mis orígenes.
Salgo, me mimetizo, existo, soy Almitra,
he llegado a mi destino, para preguntarle ¿Porqué?
Me
contaste hace tiempo que Neville vino a Tánger a encontrarse con Reina, como de
costumbre cogieron la misma habitación, dónde se ven los tejados verdes de la
Mezquita…
“...en la puerta del cinema Rif de Tánger
llevaba una camisa roja granate
“Mamora” fue nuestro nido de amor
la medina nuestro jardín
los balcones nuestros teatros
la Alcazaba nuestros deseos
el mar como balsa entre nuestros cuerpos
las dos orillas tan anheladas desde siempre
el blanco y el negro
encuentros y desencuentros
continentes que quieren estar juntos
la Pan gea del mundo
el amor es una espiral movida por las olas de mar
Tánger testigo eterno...”
llevaba una camisa roja granate
“Mamora” fue nuestro nido de amor
la medina nuestro jardín
los balcones nuestros teatros
la Alcazaba nuestros deseos
el mar como balsa entre nuestros cuerpos
las dos orillas tan anheladas desde siempre
el blanco y el negro
encuentros y desencuentros
continentes que quieren estar juntos
la Pan gea del mundo
el amor es una espiral movida por las olas de mar
Tánger testigo eterno...”
Almitra se recompone oyendo las olas
y los grillos en la antigua medina. En este pequeño pueblo de calles blancas
encaladas y puertas azules de arcos ovalados, llegaron sus abuelos después de
la diáspora por tierras lejanas del Norte.
Reina su madre nació aquí.
Pertenecían al gremio de
antiguos joyeros, pero decidieron abrir
un restaurante para dar de comer a los hambrientos… Querían vivir sin miedo, se instalaron en casa de una prima.
Casa del abuelo Salomon |