viernes, 6 de marzo de 2015

Fez




“Hay un rio que pasea por las calles de Fez.

Lleva dentro a una diablesa Aisa Kandisha que lo cuida.”





Cuando era pequeña jugaba con mis hermanos a los piratas en la orilla del rio, buscando un tesoro perdido en esas aguas que corrían por nuestro barrio Batha.
Vivíamos en casa del abuelo paterno, éramos cetrinos, teníamos  sangre negra de nuestra tatarabuela,  originaria de Tombuctú.
Mis ancestros cambiaban la sal del Mediterráneo por el oro de los grandes desiertos.
¿Qué era más valioso que el oro?  Por supuesto una mujer…
Fue la preferida… su piel canela… su cuerpo esbelto de esfinge.
Tuvieron siete hijos varones que se dedicaron a las artes y al comercio.
Mi abuelo hacia mosaicos de colores. Sus diseños eran un “trompe l’oil”.                                             Podías perderte en sus fantasías, las luces y las sombras bailaban con una magia sagrada.   Todos los palacios de Fez llevaban su marca, un azulejo con diez y ocho puntas esmaltado en negro. Solo él podía hacerlos, tenía un secreto…trabajar con la paciencia de un sufí.
Mi familia pensaba que la inspiración le venía del cielo. Sus estrellas negras eran trozos de firmamento que iba colocando en fuentes y patios de palacios.
Mis padres emigraron a Canadá cuando yo tenía doce años.                                                           Enterrando  sus recuerdos de arenas de desiertos, camellos y caravanas en los bosques helados de un continente lejano.




¿Comme on se retrouve?
De vuelta en África después de treinta años.  He comprado un trozo de tierra llena de eucaliptos e intento recuperar mi esencia.
Fez estaba anclado en el pasado de mi memoria  hasta el día que conocí a Nic.
Era un samurái perdido que había comprado un palacio en el barrio dónde yo había nacido. Llevaba siete años luchando… En el  patio había una estrella de ocho puntas y mosaicos negros de diez y ocho lados como los de mi abuelo.
Nic  llegó una tarde de lluvia al Riad. Estaba abatido, buscaba un poco de paz.                                  Su palacio se caía, no era capaz de sujetar la mala suerte.
Como en todos los cuentos, había una princesa Ibérica, por amor, Nic le compró un palacio.
Tantas almas en sus habitaciones, tanta envidia, amor y odio


Nic  no tiraba la toalla. Como guerrero samurái moriría en la batalla.
Sentía la obligación de salvarle a él y al palacio.                                                                                    Una estructura de amor que el tiempo quería destruir... lo efímero se hacía presente.                   
Todos esos artesonados decorados con cariño, perdidos o robados.
Sólo el hombre da un valor material a los objetos. ¿Para qué? ¿Por disfrute o por dinero?
Tenía que ir a Fez para escuchar a los ancestros.
10:10
Volví al hotel me sentía una extraña.







 Zahara estaba en el camino…                                                                                                                  Se había puesto la henna en el pelo y la chilaba de invierno para ir al haman.                                  Mañana viajaría a Fez. Su corazón se abría a un destino áulico.
Perdió dos oportunidades de ir a Fez, la tercera sería la vencida.
Hispania Nova era el nombre que los musulmanes y judíos expulsados de España dieron a Fez. 
Todo era nuevo…otro continente…fuera del miedo.
Dos barrios, Fez el- Bali dónde vivían familias musulmanas. Fez el- Jdid (mellah) dónde se instalaron las familias judías.
Nic  me contó que sentía un amor tan grande por su princesa que en los momentos íntimos, visualizaba a otras mujeres. Tanto amor solo cavia en un palacio.
“Distence makes the heart grow fonder”
Bab Bou Jeloud (puerta azul). Encuentros y desencuentros tuvieron lugar durante siete años.
Una puerta azul que les llevaría al cielo.
En la tierra su amor no brotaba se consumía con el calor de sus almas.                                               Almas gemelas heridas de tanto amor.
Nic  compró un antiguo palacio en el barrio de Batha muy cerca de la casa de mi familia.                  Sin  reconciliarse con los ancestros,  los obstáculos se amontonaban en las puertas.                                                                                                                                                                    
Zahara no podía esperar para tocar sus paredes, sentir a sus espíritus, vivir sus sueños… 
Nic  entró en la vida de Zahara como un terremoto.                                                                           Sus entes se acoplaban como si se conocieran desde siempre.                                                             Con ritmo bipolar…en ingles extraños… en francés  como  imanes alternos.                                                                                                                                                                              En pocas palabras todo se destapaba, el deseo, la alegría, eran como hermanos.  

 
                      
                                                              Zahara viaja a Fez.
Su ánimo taciturno, su cuerpo y su alma heridos. Un esguince la tenía postrada a un andar lento y doloroso. Sentía miedo, un  miedo ancestral que no sabía colocar.                                             Cuando pasara la puerta azul (Bab Bou Jedoud), no habría marcha atrás. Estaría frente al espejo...Recuerdos, pasado, treinta y tres santos a sus pies.                                                                                Empezaba a entender su estado de ánimo.
Paramos en Volubilis pidiendo permiso a los ancestros para ir a los orígenes.
La inmensidad del verde nos llevaba.
Nosotras las diosas nos envolvíamos de energía mientras una cigüeña guardaba el lugar como princesa atávica.

Despertar.
Aún en la suciedad, el ruido y el olor a frito,  Fez te envuelve por la mañana con amor.
Hijos de caravanas en una medina grande… llena de encuentros.
Espero lo insólito… ¿Nic es un ser de verdad?
En la multitud una mariposa blanca.
Me asfixia la duda.
Nic  seguía desaparecido…se esfumaba él y su palacio, todo era una falacia.
Si, llegó en una carroza…
El palacio tenía una estrella, dos plantas verdes y pájaros.
Un sueño de grandeza incompleto. Fez una ciudad llena de vida y palacios vacios.
Efímera existencia.
Sentada en sillas de plástico vivo llena de vida.                                                                                              Miro los puestos de la calle, preparan bocadillos de salchichas y patatas fritas.
Fez me hablaba “todos llevamos un palacio en nuestro interior”. Nic  lo llama “chi”.
La unidad con el todo… la soledad nos lleva al suicidio.
Ahora estoy en casa con una gran familia, LA AMISTAD.
Gracias a Fez que me mima.
“Escorrentia” Se llama así a esas manchas que deja el agua por una pared al pasar del tiempo.
Cuando la escorrentía es  verde es que hay esperanza. (Para Nic)


By, by Fez
La bruma bañaba la ciudad como en un cuento de hadas.
Los gatos en celo por la luna llena, maullaban… locos enamorados.
El olor a frito y las basuras… un tándem con el ocre de Fez.
Pájaros y palomas coronan sus torres.
No me quiero ir….
¿Qué me sujeta?                                                                                                                                                                                                                                                                                                         ¿Sus calles estrechas?                                                                                                                                                               ¿La paz interior de sus palacios?                                                                                                                       ¿Los olivos que la abrazan?
Una magia envuelve Fez…


No hay comentarios:

Publicar un comentario