martes, 19 de enero de 2016

Las siete hijas de Sahara.




Las siete hijas de Sahara.
Hacía tres años que el marido de Sahara había muerto. Dejando siete hijas guapas y un chico.
Su casa  estaba en los jardines de un oasis del desierto. Era muy grande, con arcos de barro de una antigua riqueza. Tenía pozo de agua, un lujo.
Pero la realidad era otra, no tenian nada para comer. El trabajo de la mujer fuera de casa no está bien visto, es escaso y el salario es mínimo.
A Sahara la conocí en casa de otra familia, pidiendo literalmente limosna.
Había llegado el rico europeo que hacía mover todos los vientos del desierto.
Fuimos a la danza ancestral de los viernes, allí las mujers se deshiniben a ritmos áfricanos con vasos de té.
Sahara bailó su desesperación, desde entonces forma parte de mis desvelos.
Busco una forma de compensar su necesidad. 




La guapísima
Podría asociarse a una marca de galletas con azucar “glassé”.
También podría ser el nombre de una compañía marítima o aerea.
Una linea de ropa de algodón ecológico traido de Thailandia.
“La guapisima” podría ser el nombre del café de la esquina.
Pero lo que es, es un piropo dentro de una caja que se llama LOVE.




Dos días en el Sahara
Hacía dos años que no pisaba las arenas del desierto.
Todo se bascula cuando bajas al Sur. Tu cuerpo dá un giro de 180º cuando cruzas el Atlas.
Llegamos por la noche, fuimos recibidos como reyes.  Mi amigo lleva varios años ayudando a una familia del Kasar. Todo es alegria y abundancia, sobre todo cuando llega en Diciembre con el coche lleno de objetos que desaparecen como migas de pan.
Al dia siguiente recibí el desierto, sentada en los tarajes frente a la inmensidad de arena.          El calor me tocaba la espalda con sus dedos mágicos.
Fui a casa de mama Luca, estaba cociendo el pan. Parecía más joven.
Los niños salieron a buscarme al bosque del Abuelo Taraje, llenas sus manos de aceíte, con los mocos colgando, les hacía aviones de papel, mientras nos reiamos.
Niños del Sahara ricos en libertad.
Era el último día del año, quería conectarme para enviar un “Happy New Year”.
Bajamos a M’hamid, compramos Haway, huevos, papel de water y chocolate.
Habian matado un cordero, comimos pinchitos de higado y grasa. Pasteles, chuches y té.
Primer día del año, los caminos empiezan a separarse…
Seguí con las visitas a mis almas queridas, Mama Luca, Hadiya.
 Los pocos regalos que llevaba fueron para ellas.
Era viernes comimos couz-couz y por la tarde tenía una cita con las mujeres para la ceremonia ancestral de baile y canto. Las mujeres con sus telas negras, sentadas en círculo con un tambor grande y dos panderetas, a ritmo de palmas y cantos a Allah, te arrastran a dentro…
Cierras los ojos y te dejas llevar. Imagino que ellas estaba intimidadas por mi presencia.
Estos rituales solo se conservan en ciertos pueblos aislados. Un regalo del Sahara.
Nada queda en su sitio cuando expones tu cuerpo y alma a un ritual ancestral.
Acepté mi destino, cogí mi mochila y me dejé llevar…
El desierto siempre te acoge, sus moradores más. Llamé a la puerta de una familia que compartio mis lágrimas con el té verde azucarado.
Al día siguiente marché.
Let it be…





Al Miratum
El espejo que todo refleja en el otro lado.
Hay veces que tu felicidad no les gusta a otros. Sienten celos de tu risa.
“L’amour est l’eau de la vie” Rumi.





Minduck Tareck
Tengo ganas de estar sola, con ella, con la mer…
El mar está fuerte, com o si estuviera enfadado, las olas se retuercen dentro de su ser.
Mi ser también. Tanta energía extraña.
Como me gusta la brisa… acariciándome. La espuma me toca la piel, todo es viento.
Que bien sienta la soledad con el sol en la cara, en una mesa redonda donde escribir.
 
                                                                                       “Some body to love”


1 comentario: