Se sentaba mirando el mar…la marea estaba baja, la luna
creciente.
Esperaba el viaje a Dakhla. Un azul calmo la acompañaba.
Encerrada en su destino, sentía la magia de la no acción en
sus venas.
Ya no quería escribir. Anhelaba su anonimato.
Su agujero la asfixiaba. Esperaba esa llamada para ir a
Dakhla.
Era el único objetivo que llenaba su vida.
Las olas la acompañaban en sus paseos por la playa.
Tenía en sus manos un libro sobre la armonía interior del
Dalaï-Lama. “El egocentrismo es una enfermedad
crónica”
Ahora que había logrado estar sola, en el centro de su
auto-conocimiento.
Dalaï decía que hay que vivir por los otros, cuidar a todos
los seres sensibles que nos rodean.
“El pensamiento altruista del despertar del espíritu, es la
puerta de entrada del gran vehículo”.
En una mesa prestada…tomaba el té.
No hay comentarios:
Publicar un comentario