Cuando te aferras a un clavo ardiendo hay que bañarte en
hielo para curarte.
Más o menos es lo que le ocurrió a la protagonista de esta
historia.
Después de muchos años dando tumbos por el mundo…
Elena se enraizó en una casa sin terminar. Quería hacerla
suya desde los cimientos.
Con las primeras lluvias había goteras y charcos por todos
los rincones.
La impotencia llegó a su alma.
Tuvo que huir una vez más, cortando la pequeña raíz
plantada.
Las lluvias y una
rata enorme que se paseaba por la cocina, sacaron la venda de sus ojos.
El destino hizo el resto.
Como la marabunta venían las ratas…unas detrás de otras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario