Cada día la casa me habla. La cocina es el
lugar de los encuentros.
Primero pensé en m i madre quizás por el color
verde. Ahora es la abuela quien aparece aquí sentada, en esta silla de enea…
pelando patatas.
Era muy anciana cuando yo la conocí, pero
mantenía la sonrisa, como una niña se alegraba por cualquier cosa, lo que más
la gustaba era contar historias. Su preferida era la de los pájaros.
Cuando mis tatarabuelos llegaron a esta casa,
las paredes estaban llenas de dibujos.
Sobre todo pájaros. Durante
años convivieron con ellos se acostumbraron a su presencia. Eran
de colores como trozos de paraíso.
La habitación de mi abuela estaba en el piso de arriba, junto
a la cocina. Pasaba horas encerrada… no
quería ser molestada. Era su pequeño agujero de inspiración.
Un día la abuela me hizo partí fice de su
secreto…
Durante años fue pintando en su habitación
todos los dibujos que había en la casa. Como si de un libro se tratara fue
ordenándolos por capítulos. Llenó las paredes con historias inspiradas en
el “Lenguaje de los Pájaros” de Farid
Ud-Din-Attar.
En la entrada hay seis vasijas grandes con asas. Contienen
muchos secretos me dijo la abuela. Me ha recibido con un corazón blanco.
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