Sol Amar está álgida, volátil, sin lugar tácito.
Sin costra a flor de piel. Se transmuta.
El sol se debilita. Se siente sola, entre la tormenta de
sentimientos…
Sin puerto, vaga con su destino que la lleva de lugar a
lugar.
Mecida por medinas desconocidas.
Absorbida por los recuerdos.
Acompañada por la amistad.
Soñada entre naranjos y olivos.
Bautizada en cementerios, musulmanes, cristianos y judíos.
Sol Amar es eterna. Sonríe entre gallinas, palmeras y
cachorros blancos.
Su soledad la conecta con el mundo.
Está muerta, pero se la siente viva.
Viva entre los
muertos. Descansa en paz en el cementerio de Larache.
Adiós Sol Amar, hasta mañana.
Sol Amar vive en un cementerio judío. Muerta a los 27 años,
su marido la recuerda con una dedicatoria de amor en la piedra de su tumba. Un
sencillo acto para curar sus heridas.
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