Todo se movía al ritmo de los días…
La mar estaba tan baja que Sara pudo recuperar las olas.
Durmió en la habitación de la princesa acunada por un sultán…
¿Dónde está Emir? ¿Existe? ¿Es un recuerdo?
Emir
compungido sacó las pocas viandas que aun guardaba en su hatillo, las colocó
sobre su turbante en la duna, bebió un sorbo de agua con los ojos
cerrados y sintió la suave mano de su madre acariciándole el cabello
encrespado, como tantas y tantas veces había hecho con él de bebé.
Dio gracias
a Dios y comió con deleite.
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