Empezó en los casinos verdes de Kasar Kebir y terminó en una
pequeña tienda del barrio del aeropuerto. Con un batido de aguacate la espera
se hace más agradable.
Siempre que dejo este lado paso por este sitio como en un
ritual akáshico.
Cuando te mueves a otro continente tu alma se asienta despacio en la nueva silla. Tus dedos andan sueltos y tu
cuerpo rejuvenece. Formas parte de esa vitrina de
lácteos, junto a flanes y yogures.
¿Quién? ¿Dónde? ¿Por qué?
La luz del sol junto a tu cueva, eterna, amarilla y
milagrosa.
Sentados de espaldas, calentando el pasado. Aquí …hasta que el sol se ponga.
Un mar lleno de amor platónico ante una inmensidad de olas
de amor teñidas de amarillo
¿Por qué no me llamas?
El sol se marcha, volverá a salir, no es tarde. A veces la
espera tiene recompensa.
Existe una fuerza infinita que nos une. Sé que volverás a sonreírme, aun
que no lo desees.
Una fuerza centrifuga…hoy el sol se ha puesto dos veces.
Adiós cuaderno azul, fuiste mi tabernáculo, gracias por albergar
mis emociones.
Dedico este cuadernito a mi amiga Teresa, que me enseñó lo atávico y lo akáshico.
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