Tenía palpitaciones...
Basta que te prohíbas algo para que empieces a
desearlo.
Vuelven los niños del colegio.
Quiero ir al desierto, perderme para encontrarme.
Hoy es viernes, los hombres han sacado sus
chilabas blancas, día de oración.
Día de blanco pensar, solo pienso en el
desierto.
Quiero ir allí, ver sus palmeras, su arena,
olerlo.
Quiero estar con las estrellas.
Quiero, quiero, quiero.
Sujeta el alma de los perdidos.
Ayúdalos a encontrar el camino.
Quiero ser.
A veces te castigas con rituales
absurdos.
Como por ejemplo, un desayuno con churros llenos de aceite, un café
amargo con cuatro terrones de azúcar, en una terraza dónde sopla el levante.
Te dices hoy es el último café. Quieres salir
corriendo, tu cuerpo está incomodo, necesita ir al lavabo. Por supuesto el de
tu casa es el mejor, pero estás en la calle y te dices ojala me hubiera quedado
en casa…
Al rato descubres que no estás solo, hay una
gata preñada a tu lado que es feliz.
Te cruzas de brazos y te tomas el café muy
azucarado para anestesiar tu conciencia.
En el mirador todos miramos, los pobres, los
ricos, los sabios, los enfermos.
¿Qué miramos
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