jueves, 18 de diciembre de 2014

Iulia III




Un día de lluvia, lleno de agua.
La casa parece una balsa. Sólo una vela para el calor. A penas comida, una cebolla, higos, té, miel y aceite. Iulia está con Paulo en la quinta montaña.
Llueve, la Tierra se limpia, todo está mojado.
“Mi cuerpo está húmedo, mis huesos crujen oxidados. Quiero salir de este agujero”.
La suerte lleva a Iulia al desierto.                                                                                                             Un joven de origen guatemalteco abrirá la novena puerta, será su guía.                                              Como si de física cuántica se tratara ha despertado…se dejaba llevar por su instinto. Abandonaba las emociones negativas, cerrando la puerta a la ansiedad.
Viajaría al Sahara con el joven Salvador…
Dos cuervos traían un mensaje, venían del Sur…
Iulia seguía las señales.
El joven estaba triste, lo inesperado le hacía temblar. Sería un viaje iniciático.
Todo el día estuvo Iulia evitando lo inevitable. Su alma mojada le empujaba al desierto.                  Allí dormía enterrado su secreto.
Preparó su mochila, dos o tres mudas, camisetas, pañuelos, algo de abrigo para las noches y unos cuantos regalos.
Le invadía la duda...                                                                                                                                        El deseo era tan grande como su indecisión.




Atada a” la mer”, sus raíces sin tierra la sujetaban.
El desierto se alejaba… lo efímero… solo la presencia.
Su estar aquí, en este ahora. Un nido creado de la nada, su pequeño tabernáculo.
Había aprendido que la constancia era importante si quería tener presencia…un lugar.
Corrió al mirador para dar gracias a “la mer”.
“Situada en tu lugar, todo fluye. Aparece la alegría, sientes la paz”.
Los cuervos se habían marchado.                                                                                                          Iulia se sentía tranquila en su nido sin abandonar sus sueños.



“El vendedor de sueños”
Atado a su ritual, cada mañana cogía su moto, para ir al punto de encuentro.
Todo aquél que deseaba un sueño, se lo pedía.
Llevaba años acudiendo a la cita, era responsable de muchas almas.
Un día paró una mujer que estaba triste. Buscaba un sueño. Hablaba poco.
Hacía dos años que venía al punto de encuentro.
El vendedor se había enamorado.
Cuando la mujer desapareció, él se quedó esperando…mientras sigue ofreciendo sueños.








La sola idea del viaje le había devuelto a la vida.
“Malki” ¿Qué tienes? ¿Qué buscas?
¿Una marea baja, un círculo en la arena, un crepúsculo, una medina llena de azul?
La muralla, siete cañones, al-batros, los pescadores…todo pegado su cuerpo.
Iulia corpórea…presente.


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